Mi "peor" novela hasta ahora... :D

Muchos autores le sacan el jugo a un género, pero, en mi caso, me divierte indagar en varios. Así, para no aburrirme, escribo historias de fantasía, de terror, de distopía, de ciencia ficción y un gran número de etcéteras.


Mucha gente que conoce mi escritura fantástica, podrá preguntarse: “¿cómo es que esta autora puede pasar de un género a otro?” Y mi respuesta será: “fácil, porque lo que quiero contar no son solo historias, sino que me interesa mostrar las distintas emociones humanas”.


¿Cómo fue entonces que escribí la peor novela de mi vida?



De hecho, hasta el momento, la considero la mejor de mi carrera como autora. Y no porque piense que me convertí en la nueva Stephen King ni nada por el estilo, sino porque me superé a mí misma en cuanto a narrativa y ahondé en los personajes de una manera más visceral.


Ahora bien, ¿a qué me refiero cuando hablo de la peor novela?


Sencillamente, a la trama y a aquellas cosas que los personajes hacen, para lograr, cada uno, sus objetivos individuales. En esta novela, desafié constantemente el concepto de queribilidad de los personajes y serán ustedes, lectores, quienes finalmente me odien —o no— por haber escrito historia semejante.


¿Cómo fue que llegué a escribir esta historia?



Era la época en que empezó a cuestionarse con más fuerza el tema de la maternidad y de la paternidad, hablándose aún del aborto legal y gratuito en Argentina, que, hasta ese momento, no era ley. Escuché muchas historias tremendas, tanto de hombres como de mujeres, y fui recopilando en mi memoria y en un cuaderno, lo peor de cada una (algún día me servirían).


En una materia de la facultad, tenía que escribir un cortometraje y propuse una historia en la que una mujer está desesperada por ser madre y busca a un hombre —cualquiera— para que la embarace y luego descartarlo. ¡Ok! Me dijeron mis profes y me miraron con cara rara, pero jamás me tiraron abajo la propuesta.


Lo que sí me cuestionaron, fue el tema de la queribilidad de los personajes. Sin embargo, yo quería escribir una historia sobre personajes no queribles e indagar más en sus psiques. Fue así que, de repente, vino una imagen a mi mente y aquella historia que imaginé en un principio, incorporó un tercer personaje que, más adelante, se convertiría en la protagonista de esta novela. Esta imagen era la siguiente: dos mujeres sentadas, una al lado de la otra, esperando en silencio su turno para entrar al médico. Una va a abortar y la otra, a realizarse un tratamiento para quedar embarazada, ya que no puede tener hijos y es lo que más desea en el mundo.


A partir de aquí, entran mis mentores. La incorporación de este tercer personaje abrió el mundo de cada uno de los involucrados y la historia mutó de manera terrorífica y fantástica. Si antes te parecía tremenda la propuesta de la historia, esperá a enterarte de lo que se trata ahora; ya veremos si después vas a tener ganas de seguir hablándome. :D



Bien, llegó el momento de poner toda la carne al asador. El problema era que tenía que escribir un guion de 20 minutos, para mostrar una situación que se desarrollaba en 9 meses. ¿Cómo podría achicar tanto la historia? Escribiendo y corrigiendo y releyendo y volviendo a reescribir. Lo que más me costaba era resignar tanto contenido para escribir una trama tan apretada. No me quedó otra que trabajar muchísimo más, para llegar a este objetivo.


Pero resulta que en esa clase éramos dos los guionistas y una de las historias se iba a filmar (la otra no). Nuestros compañeros (de todas las especialidades técnicas audiovisuales), estaban esperando a que terminemos de escribir, para poder ellos poner manos a la obra. ¿Qué pasó (uno)? Ya nos miraban con ganas de matarnos a los guionistas, ¡porque no terminábamos más! En cierto sentido, me sentía compitiendo con mi compañero, a ver quién se ganaba el premio de ver su cortometraje realizado. ¿Qué pasó (dos)? Finalmente, decidí ceder a la competencia. Así fue que mi compañero terminó su guion antes que yo, y yo me dediqué a seguir puliendo el mío, ya que lo que quería era narrar una buena historia, no una a las apuradas y agarrada de los pelos que, encima, filmada, no iba a quedar como me la imaginaba.


Así que, mientras mis compañeros ideaban cómo filmar el guion del otro guionista, yo seguí escribiendo mi historia, a mi tiempo, tranquilita, sin nadie que me apure (faltaba como mes y medio para que cerrara el cuatrimestre, así que respiré, holgada). Hasta que, un buen día, terminé mi guion y se lo presenté a mis profes, para que lo evaluaran. ¡Qué nervios!


¡Prueba superada! El guion estuvo aprobado y no solo eso, más adelante, en plena filmación del otro guion (que era muy lindo, por cierto), uno de mis compañeros me dijo, en tono de confidencia: “tendríamos que haber filmado tu guion”. “Listo, yo ya gané”, me dije a mí misma. Y reforcé de nuevo el sentimiento cuando otra compañera de otro curso lo leyó y me destacó el trabajo que había puesto en una historia tan truculenta. Listo, gané por tres.


¿Qué pasó a partir de entonces?



Guardé el guion en un cajón y me olvidé tranquila, para pasar a otra historia. Hasta que, un año después... ¡Concurso del Fondo Nacional de las Artes, convoca a terror, fantasía y ciencia ficción! ¡Wow! La primera vez en la vida que nos tienen en cuenta a los autores de estos géneros, ¿y no voy a participar? Eso sí, avisaron con un mes de anticipación. Yo no tenía nada escrito en narrativa, pero si me ponía las pilas, ¿podía escribir una novela en un mes? ¿Por qué no? Más allá de arengarme a mí misma, tenía otra duda muy grande. ¿Qué podría ser más interesante para presentar a este concurso? ¿Una historia fantástica o una de terror?


Después de hablar con un amigo autor, llegamos a la conclusión de que, para este concurso en particular, iba bien esta historia, justamente porque, dentro del género terror, abordé una temática social actual y que podía disparar a diferentes reflexiones. Así que bien, ahora convencida, volví a abrir el cajón y resucité esta historia, con el desafío de convertirla en novela literaria y con la urgencia de un mes de escritura diaria.


Lo primero que hice fue estructurar todo el libro, dividirlo en capítulos y entonces sí, dedicarme a escribir, un día/un capítulo. Fue la primera vez que me puse un plazo tan estricto y, ¿saben qué? Lo cumplí. En un mes clavado, la novela ya estaba escrita. El concurso cerraba a las 00. de la noche y yo había puesto el punto final de la historia a las 23.30. Así como salió del horno, la envié, sin corregir, pero no me importó nada. Porque lo que yo quería era ser un número más de esa masa del género convocado, para que la gente supiera cuántos autores de terror, de fantasía y de ciencia ficción hay en Argentina. Somos muchos, pero no nos ven ni nos convocan. Así que mi misión estaba cumplida: me convertí en un soldadito más del género y, si bien no gané el concurso, gané en aprendizaje.



Si me preguntás qué fue lo que gané con esta historia, te cuento:


· Saber que, si quiero, puedo.

· Ser constante en mi objetivo.

· Dedicarme de lleno a una historia y terminarla.

· Saber que, si no ganás un concurso, vas a tener material para otro concurso.

· Saber que, si no ganás ningún concurso, vas a tener material para presentar a editoriales.

· Saber que, si a ninguna editorial le interesa tu proyecto, por el motivo que sea, siempre está la opción de autopublicar.

· Recordarme a mí misma que existen muchísimos concursos... ¡y participar!


Así que bien, esta es la historia de cómo llegué a escribir mi peor novela.


Una novela no se escribe de la noche a la mañana, lleva mucho trabajo y pasa por distintas etapas. Yo tuve la suerte de haber trabajado muchísimo la historia para escribir el cortometraje y fue por eso que, en un mes, pude transformarla en novela.


¿Qué pasó con esta novela?


Luego de muchos meses de reposo, decidí publicarla. Eso sí, me tomé otro mes completo para corregirla y, ¿sabés qué? Estoy muy conforme con lo que había escrito, ya que solo reescribí una escena.


Así que ahora, La chica de las velas ya se puede conseguir por demanda (en esta página y en la web de Editorial Thelema), tanto en su versión física como digital. Y, por si fuera poco, la estoy transformando en largometraje. :)



Ahora que solté esta historia terrorífica, tengo ganas de escribir una historia de otro género. Así, para no aburrirme, y para seguir aprendiendo en el trayecto.


Y a vos, ¿qué tipo de historias les gustaría leer?

¡Te leo en los comentarios! :D


Nota: las imágenes son ilustrativas y tomadas de Internet. ¡Créditos a quien corresponda!


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